Tendencias en aprendizaje en salud: es el vídeo, estúpido!
No, no es que me apetezca empezar el artículo insultando al lector sino que me ha parecido pertinente arrancar parafraseando el ‘es la economía, estúpido’, frase que se convirtió en el eslogan no oficial de la campaña con la que Bill Clinton ganó las elecciones a George W. Bush y que ahora se utiliza para referirse a cuestiones obvias o esenciales.
Y es que si hay algo esencial y cotidiano en el entorno digital actual ese es el vídeo, en todas sus vertientes. Para muestra tres botones:
- En estos momentos YouTube es el segundo buscador más importante del mundo, por detrás del buscador de Google y la segunda red social por detrás de Facebook.
- Más de la mitad de los vídeos que se consumen en Internet son vistos a través de teléfonos móviles.
- Y se estima que para 2019 el 80% de todo el tráfico que circule por Internet será de consumo de vídeos.
¿Y cuál es el factor común que tienen plataformas dedicadas a este formato como son YouTube, Twitch, Vimeo y las omnipresentes redes sociales como Facebook, Instagram, Snapchat y Twitter? Pues que todas están de acuerdo en lo mismo: el formato de comunicación más importante en este momento es el vídeo y su estrategia pasa por potenciarlo.
Si a esto le sumamos que prácticamente todos los profesionales de salud (salvo raras excepciones) llevamos encima un dispositivo móvil en conexión permanente a Internet, que rompe continuamente nuestra jornada y la divide en micromomentos en los que tiramos de esta tecnología para resolver todo tipo de cuestiones, no resulta descabellado pensar que nuestra formación profesional también se va a producir está produciendo a través del teléfono móvil.
No solo hablo del aprendizaje informal, ese que se produce a través de la interacción con otros profesionales y que tanto se fomenta en redes como Twitter o en los grupos de Facebook (y ojo que llega Instagram). Sino también del aprendizaje formal, porque el vídeo es un excelente formato para la transmisión de conocimiento entre profesionales.
Y dentro de las tendencias actuales de aprendizaje una de las que más está llamando la atención es la del microaprendizaje (o microlearning), que consiste en trocear los contenidos hasta piezas realmente cortas que permitan transmitir conceptos únicos y que se vehiculan fundamentalmente a través de vídeos cortos. Esto no solo supone un cambio de formato sino también de enfoque, porque pasamos de un paradigma de tipo universitario hacia otro mucho más personalizado, en el que cada profesional puede seleccionar aquello que quiere aprender y hacerlo ‘a la carta’, justo en el momento en el que surge la necesidad formativa, acortando hasta la mínima expresión el tiempo entre la necesidad de aprendizaje y el momento en que este se produce.
El microlearning utiliza lecciones breves (desde segundos hasta pocos minutos) enfocadas en un solo concepto que se presentan en distintos formatos (texto, audio, vídeos, etc.). Esto hace que los contenidos sean muy digeribles, aumentando la participación voluntaria en el aprendizaje, ya que los profesionales son más propensos a dedicar muchos tiempos cortos que una sola sesión de larga duración.
Pero no solo consiste en trocear la formación en pequeñas piezas de contenido sino en crear auténticos ecosistemas de aprendizaje que integren el microlearning como un vehículo eficaz y adaptado a las necesidades actuales de consumo de información.
Es un formato que permite que el aprendizaje pueda personalizarse fácilmente a cada profesional en función de su nivel de conocimientos. Además a los contenidos pueden añadirse nuevas unidades fácilmente lo que hace que la formación sea dinámica y siempre esté actualizada.
Todas estas características sitúan al microlearning como un gran aliado a la hora de formar a los profesionales de salud, ya que estos pueden acceder al aprendizaje en cualquier momento o lugar, y autoadministrarse los contenidos en función de sus necesidades, poniéndolos en práctica si lo desean en ese mismo momento, lo que conduce hacia una verdadera integración entre la formación y el desempeño profesional (el aprendizaje que se acciona es hasta 7 veces más efectivo que el tradicional). De esta manera se cumple la máxima de que el conocimiento que se pone en práctica es el que mejor se aprende, pues parte de una necesidad y se puede accionar casi en el mismo momento.
Dos buenos ejemplos de cómo usar el vídeo en formación en salud son el Programa 5 minutos del Hospital Sant Joan de Déu, que permite a los profesionales del centro intercambiar conocimientos mediante sesiones breves de conocimiento que quedan almacenadas en vídeos; y el Proyecto P2P Fegas, en el que distintos profesionales comparten conocimiento de su práctica diaria a través de vídeos y se motivan por el reconocimiento hacia sus pares.
De esta forma con el microaprendizaje a través de vídeos se cubre gran parte del espectro formativo que puede tener un profesional:
- Consulta de información sobre un tema concreto: pueden hacer consultas a través de un buscador integrado con acceso tanto a las píldoras y cursos formativos, como al resto de contenidos y recursos almacenados en la plataforma.
- Aprender sobre un tema de manera informal, accediendo de forma libre a todos los contenidos agrupados.
- Formarse, autoevaluarse y acreditar su formación a través de los distintos cursos en los que se integran los microcontenidos.
Lejos de sustituir el aprendizaje tradicional, el microaprendizaje a través del vídeo se postula como un excelente complemento para la práctica profesional, porque tiene la capacidad de resolver necesidades de aprendizaje muy concretas y de incluso cambiar comportamientos, ya que se produce en momentos de necesidad o ‘dolor’.
Veremos qué nos depara la formación en salud durante los próximos años, pero no nos cabe duda de que el vídeo va a estar muy presente en nuestro aprendizaje.