Enfermeras llenas de ternura

Enfermeras llenas de ternura

 

La “ternura” es la clave para entender mejor a las personas que están enfermas. Cuidar con ternura es un valor añadido de la atención enfermera. Y es que la ternura es definida como un sentimiento ante las personas, que se consideran merecedoras de un amor o un cariño puro y gratuito, por su dulzura, debilidad o delicadeza.

Respeto, ternura y profesionalidad, son tres valores clave de una enfermera humanizadora. Y entre ellas, la ternura es una atención preciosa que ayuda a la curación. Y la ternura pasa del corazón a las manos y pasa por un `tocar´ el cuerpo y las heridas basado siempre en el respeto.

Es evidente que las enfermeras tienen una relación directa y continua con los pacientes, los cuidan todos los días, escuchan sus necesidades y entran en contacto con su cuerpo, al cual cuidan. Y con un enfoque de los cuidados como eje, las enfermeras trabajan con las necesidades integrales de las personas, con esa atención característica que reconocen los pacientes, y que es una parte fundamental del proceso de restablecimiento y curación.

El carácter tanto curativo como preventivo, rehabilitador y paliativo de las enfermeras requieren un alto nivel de profesionalidad, lo cual lleva aparejado la especialización y la actualización, debido a la evolución constante de la tecnología y de las curas. Sin embargo, esta profesionalidad no solo se manifiesta en la esfera técnica, sino también, y quizás aún más, en el ámbito de las relaciones humanas, en la ternura y el afecto como elemento clave. Al estar en contacto con pacientes y familiares, las enfermeras se convierten en los hospitales, en las centros de salud y en los hogares, en el cruce de caminos de miles de relaciones que requieren atención, experiencia y confort. Y es precisamente en esta síntesis de habilidades técnicas y sensibilidad humana donde se manifiesta plenamente el valor y el carácter precioso del trabajo de una enfermera, en la ternura y en la profesionalidad.

Al cuidar a mujeres y hombres, niños y ancianos, en todas las etapas de su vida, desde el nacimiento hasta la muerte, las enfermeras utilizan la escucha continua, encaminada a comprender cuáles son las necesidades de ese enfermo, siempre con la ternura por delante. De hecho, frente a la singularidad de cada situación, nunca es suficiente seguir una fórmula, sino que se requiere un continuo esfuerzo de discernimiento y atención a la persona de forma individual y personalizada. Todo esto hace de la profesión de enfermera una misión verdadera y propia, y de expertos en humanidad, llamados a realizar una tarea irremplazable de humanización en una sociedad distraída, que demasiado a menudo deja en sus márgenes a las personas más débiles, y se interesa solamente de los que “valen” o cumplen con los criterios de eficiencia o de ganancia.

Ser capaces de reconocer los límites correctos de la técnica, que nunca pueden convertirse en un absoluto y relegar la dignidad humana a un segundo plano. Prestar atención al deseo, que a veces no se expresa, de espiritualidad, que representa para muchos pacientes un elemento esencial de sentido y de serenidad de la vida, también en la fragilidad debida a la enfermedad y siempre basado en la sensibilidad.

En definitiva, es el arte de valorar lo pequeño, lo cotidiano, la sonrisa, la mirada, la mano,…. tal como contaba en un artículo Rosa M Nieto, la @enfermera2pto0 hablando de Carl y Epi en UP. Y es que el sentimiento de ternura es como el vínculo natural de amor que puede darse entre dos personas, que resulta como ese sentimiento de las personas para que la enfermera pueda brindar al máximo de su esplendor un cuidado con sentido humano. Y es que la alegría y la ternura son muy contagiosas. Luchemos con tenacidad, con respeto y lealtad, con fuerza y, también, con ternura.

Joan Carles March Cerdà