Enfermeras de Oncología: confianza ciega.
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Fue uno de mis primeros contratos. En el mismo hospital donde ahora trabajo, pero hace casi 25 años. En la habitación 16 de la sala de Oncología había un chaval algo más joven que yo (contaba con 21 años en aquella época) muy alto y que jugaba a baloncesto. La habitación contaba con dos posters, creo que de Fernando Martin y de Jordan.
No me dio tiempo a conocerlo mucho más, porque falleció a los pocos días. Mis compañeras veteranas, a las que yo veía como montañas de puro granito, se rompieron. Detrás de aquellos pósters de baloncesto habían mil historias con otros pacientes que se fueron, y otros que llegarían a ocupar aquella misma habitación.

Siempre he dicho que en Oncología se necesitan enfermeras de una pasta especial, por la enorme carga de trabajo que soportan, y porque eso no es impedimento para que siempre tengan reservas de sonrisas.
Hace algun tiempo que Pilar pasó por nuestra UCI como estudiante. Inquieta, madura en sus prioridades, ilusionada con los nuevos retos que se abrían ante ella con la Enfermería como profesión, y particularmente la relación con Oncología donde nuestro hospital es referencia nacional. Hoy mantiene intacto ese brillo en los ojos de quien empieza (y continúa) en algo que le entusiasma.
Recientemente, y a raiz de un #retouciero le propuse que escribiera su historia como enfermera de Oncología y también compañera de viaje de alguien que está al otro lado, Esther. Juntas conforman un proyecto chulisimo que tiene presencia en Instagram bajo el perfil de ONCONOW.

El resultado, una reflexión que merece un titular (en negrita y mayúsculas) como el de este post: los pacientes tienen confianza ciega en las enfermeras de oncología. Y es una confianza bien merecida.
Estas son las palabras de Pilar y Esther. Gracias.
Todos sabemos que cuando se produce un error en la administración de una medicación, detrás hay un cúmulo de desaciertos absurdos y otros no tan absurdos: ceros de mas, comas de menos, prescripciones a mano, falta de protocolos, desconocimientos o falta de seguimiento de éstos, errores de comunicación, pero también inexperiencia, falta de formación, contratos precarios, sobrecarga laboral… y lamentablemente no siempre está en nuestras manos poder atajarlos.

Historias como la mía te llegan a diario a través de redes sociales y no es muy distinta a la de muchas compañeras que llegaron no hace demasiados años a la profesión. El pasado septiembre terminó mi último contrato, mi futuro inmediato es incierto y espero a diario la llamada de ese dichoso numero largo que me informará de mi próximo destino. También es altamente probable que tenga experiencia cero allá donde aterrice, a menos que sea en oncología, vamos que soy una “fuente de errores en potencia”.
Así que he pensado que lo mejor que podría compartir contigo, es aquello que a mi personalmente me motiva para seguir ejerciendo esta profesión cada día con mas ganas y haciéndome más fuerte a las adversidades que lamentablemente también lleva implícitas la enfermería.
Creo que ya conoces un poco nuestra historia… Esther fue una de mis pacientes durante uno de mis contratos en oncología, pero hoy en día se ha convertido en mi compañera de proyecto. Ella me aporta una visión que me aproxima a la realidad desde el otro lado, el de los pacientes. Así que una vez más de tantas le pregunté a ella… ¿Cuéntame tu experiencia? Y le planteé: ¿Llegaste alguna vez a pesar que podría cometerse un error con tu tratamiento? y esto fue lo que me respondió:

“Cuando te diagnostican un cáncer las incógnitas se amontonan en tu cabeza. Excepto si en tu entorno cuentas con alguien vinculado a la medicina, te enfrentas a un proceso que sabes que será complicado y que vendrá acompañado de una serie de efectos secundarios que temes serán terribles y que afectarán a tu calidad de vida el resto de tu existencia.
Después del diagnóstico comienza un periodo de pruebas y palabras desconocidas hasta el momento. Y entonces es cuando empiezas a desarrollar un sentimiento de confianza ciega hacia el equipo médico y sanitario que se encargará de cuidarte durante meses y de salvarte la vida.
Muchos de nosotros nos enfrentamos a la enfermedad con la ignorancia propia de las primeras veces, pero con la certeza de que siempre elegirán para ti el mejor tratamiento, harán uso de la maquinaria más apropiada y sobre todo te atenderán los profesionales más cualificados para realizar el acompañamiento necesario que te permita sobrellevar este proceso con la mayor de las calmas, lo que en definitiva te ayuda a centrarte en cuidar de ti mismo y dejar que el equipo sanitario se ocupe del resto.”
Esther Fernandez
Completamente ciega, así es como Esther me describió la confianza que los pacientes depositan en los profesionales sanitarios. En ningún momento llegó a plantearse que podría cometerse un error en la administración de su tratamiento, ni que la enfermera que le atendía pudiera no conocer perfectamente el protocolo para su administración porque hacía tan solo dos días que había empezado a trabajar o porque que no tuviera ninguna experiencia previa en oncología.

Esta confianza, la que los pacientes depositan en mi proceder todos los días, es el secreto de mi motivación, mi fuente de energía para intentar dar lo mejor de mi cada día y para evitar a toda costa cometer un error que les pueda perjudicar, pese a que mis contratos ni son ni serán por un largo tiempo “los contratos de mi vida”, pese a tener que dejar de trabajar en un servicio que me apasiona como es la oncología y pese a lo lo poco que siento que se valora todo el esfuerzo que hacemos todas las enfermeros a diario.
Un saludo,
Pilar Suarez