¿Cómo CUIDAMOS las enfermeras en el colegio?
Algo que voy descubriendo en mi práctica diaria como enfermera escolar es qué tiene de especial o diferente, dentro de la profesión, el cuidado en los colegios. Como en la mayoría de las diferentes opciones profesionales enfermeras, las funciones son variadas: trabajas en un entorno multidisciplinar, realizamos técnicas, gestionas stock de medicaciones, realizas pedidos, te coordinas con diferentes instituciones sanitarias, impartes formación, realizas educación para la salud, administrar medicación, realizamos diagnóstico enfermero, llevas a cabo asistencias con niños, con adultos, con adolescentes, asesoras, fomentamos hábitos saludables potenciando el autocuidado y una larga lista de funciones. Pero los cuidados, y sobre todo el cuidar, tiene otra mirada en las escuelas.
La enfermera escolar tiene la característica de estar rodeada de vida, de evolución, de aprendizaje, de poca monotonía, y…. también de bastante ruido, para que negarlo.
En muchos casos hay niños/as y familias que acompañarás durante unos 15 años, desde la edad preescolar hasta la mayoría de edad, con todos los cambios que eso comporta. Y los acompañamos y cuidamos en cada una de esas etapas.
Tus compañeros y compañeras de trabajo también irán sumando años contigo e irán sus vidas evolucionando, con sus propios procesos de salud y enfermedad, con sus dolores, y sus recuperaciones. El cuidado en cada una de estas situaciones también está presente. Te buscan, te preguntan, asesoras, ayudas, haces seguimiento, escuchas, acoges.
Es un cuidar en el que formamos una comunidad y compartimos mucho más que jornada completa durante años. Acompañamos y cuidamos de las familias, de los niños y niñas con necesidades educativas especiales. Acompañamos la cotidianidad, la salud y la enfermedad aguda o crónica. Acompañamos los miedos y las incertidumbres. Y también las alegrías. Acompañamos los dolores emocionales que muchas veces se traducen en dolores físicos (cefaleas, dolores abdominales).
Acompañamos las incertidumbres de los adolescentes, sus cambios, sus identidades, en momentos tan importantes como cuando les toca discernir sobre su futuro. A algunos/as les cuesta más que otros y a veces se olvidan de respirar. Acompañamos en su proceso de rebelarse contra el mundo, contra sus padres y contra sus docentes. Y que no siempre se canaliza correctamente.
Acompañamos esos momentos vitales y tan diferentes, pero que son tan importantes, como la menarquia y también la llegada de la menopausia de alguna compañera.
Fomentamos entornos saludables, el autocuidado, hábitos de vida saludable, el uso racional de los medicamentos y de los servicios de salud. El protegerse a ellos mismos y a los otros.
Resolvemos dudas, llamamos por el nombre y ellos/as a ti. Y eso me encanta. Sabemos de su entorno, hermanos, primos, familia…
Acogemos y cuidamos a los alumnos con diabetes y también a sus familias, con sus dudas y sus miedos y su confianza y su evolucionar hasta ser independiente. Y también a esa alumna que sufre en el colegio una crisis de epilepsia y se enfrenta a un diagnóstico difícil. Y cómo gestionar tanta incertidumbre y una medicación crónica. Y se rebela…
Y también cuidas de ese compañero con diabetes que tiene una herida en el pie y durante semanas compartes cura y charla de la vida.
Y corres porque te avisan que otra compañera se ha caído y al llegar ves que se ha fracturado el brazo. La atiendes, calmas, derivas y pasas meses sin verla. Pero vuelve y te das cuenta que sigues ahí, ahora en su proceso de rehabilitación.
Y cuidas de ese alumno con TEA que el primer año no te mira, no te toca ni deja que le toques y que, poco a poco, te permite que estés más cerca, e incluso si se encuentra mal le puedas tocar. Hasta que llega un día que viene, te mira, y te dice lo que le pasa. Y se queda contigo tranquilo y permite un abrazo. Ese día eres feliz.
Y cuidas a los más pequeños que empiezan el curso asustados, que ven una bata blanca y muchos lloran y, poco a poco, van perdiendo el miedo, y a mitad de curso te ven por el pasillo y, no solo te sonríen, sino que te llaman por el nombre.
Y atiendes a un alumno que sufre una reacción alérgica grave y al ver su apellido sabes que hace menos de un año su hermana murió. Y cuando coges el teléfono para avisar a su madre, sabes que el mensaje se ha de dar de otra manera.
Aprendes a cuidar a otro ritmo. Aprendes a mirar más allá. Aprendes a ver a la persona en global. A su familia. A sus circunstancias. A su entorno. Con su vida en el cole, sus actividades paraescolares, sus planes de fin de semana. Sus cambios personales, de evolución personal. Sus cambios traumáticos y sus cambios positivos. Y todo eso, lo interiorizas y sale en cada consulta.
Todo eso es la enfermería escolar. El cuidar a una comunidad educativa.
Autora: Andrea Martinez-Borso
Febrero 2019