Carta a las enfermeras
by Queeny Lei Beloso Castillo
Apreciadas enfermeras,
Os escribimos esta carta con una intención muy simple: presentarnos. Somos alumnos y alumnas de enfermería que aspiramos a ser como vosotros, profesionales con conocimientos propios encargados de la promoción y restauración de la salud, de la prevención de la enfermedad y del cuidado de las personas, entre otras actividades. Dicho de otra forma, nosotros también queremos alcanzar las habilidades y actitudes necesarias para la atención de la sociedad a partir de la ciencia de los cuidados.
Vuestra responsabilidad profesional, social y moral de ofrecer los mejores cuidados posibles, además de la aspiración al reconocimiento de la profesión, hace necesaria la formación continua y el intercambio de reconocimientos, ya sea de forma regional, nacional o internacional; siendo esto posible, entre otros medios, a través de jornadas y congresos, un área y una experiencia de aprendizaje que compartir con personas que desarrollan las mismas tareas.
Pero, ¿por qué no podemos nosotros formar también parte de ello? ¿por qué no podemos trabajar y/o aprender juntos? ¿por qué no podemos aprender directamente de vosotras y de vosotros? A pesar de las muchas publicaciones que demuestran la creciente implicación de los profesionales en activo para crear profesionales competentes, lo cierto es que aún estamos lejos de que se generalice la situación.
El término “competencia profesional” ha estado presente desde hace muchos años en múltiples profesiones. Pero, sin embargo, se habla muy poco de nuestra competencia, la competencia del estudiante, la que potencia nuestra responsabilidad como alumnos, haciéndonos partícipes de manera activa en nuestro proceso de aprendizaje, y a partir de la cual podemos ser conscientes de cuál es nuestra contribución al conjunto del currículum y nuestra responsabilidad en el proceso de aprendizaje, un hecho que, obviamente, facilita nuestra motivación.
La responsabilidad con la que nosotros, los estudiantes, entendemos la profesión no está delimitada ni es exclusiva para el ejercicio profesional vinculado a lo asistencial, sino que va más allá e incluye el desarrollo de la profesión para el beneficio de la comunidad: las enfermeras sois responsables del desarrollo de la Enfermería. Es imperativo, entonces, que desarrollemos actitudes profesionales como la dedicación, la integridad y el liderazgo.
Esta responsabilidad que sentimos los estudiantes respecto a la propia profesión puede dar respuesta a una necesidad explicitada en el mismo Código Deontológico de la Enfermería Española. En él se precisa que las enfermeras han de enfatizar de manera prioritaria la adquisición de un compromiso profesional, sobre el que existe correspondientes obligaciones morales.
Es necesario, entonces, conocer si los estudiantes nos hacemos responsables de ese problema, para ser así partícipes de la solución como parte del colectivo al que estamos a punto de pertenecer.
Los estudiantes debemos sentirnos implicados, comprometidos y responsables con nuestra futura profesión. Asumir que somos responsable de algún problema o parte de él supone asumir que también de nosotros depende su posible solución y que, por tanto, si no se modifica la causa, difícilmente se modificará el resultado.
Formar parte del problema y asumir que podemos tener parte de la responsabilidad de la no solución del mismo implica concienciación, posicionamiento y responsabilidad. Nuestro aprendizaje, en tanto que experiencia individual, es lo que verdaderamente definirá el concepto y el desempeño de la enfermería.
Poder participar con el fin de mejorar, entonces, no tendría que depender de ninguna clase social, profesional, económica, ideológica, del sexo, ni siquiera de la edad, por lo que los estudiantes no somos simplemente estudiantes ante el futuro, sino que también somos el presente. Cuanto más conscientes seamos de ello, más fácil será comprender las posibilidades que tenemos de avanzar mucho más allá de los estereotipos que hasta ahora nos persiguen. Al fin y al cabo, todos somos responsables de esta profesión, todos somos el presente y el futuro.
Por eso, queremos extender nuestros agradecimientos más sinceros y un gran reconocimiento aquellas instituciones con estrategias de formación para que los futuros profesionales tengamos el rigor necesario para hacer avanzar la profesión y, que este avance conlleve un reconocimiento social de prestigio profesional. Porque es importante recordar que, para lograr el aprendizaje, debe existir participación activa del estudiante, participación que le permita explorar, proponer variaciones y encontrar nuevas soluciones, puesto que el aprendizaje no es un proceso meramente intelectual, sino que va íntimamente ligado al aspecto emocional.
Gracias a aquellos que van encontrando nuevos espacios y fórmulas que nos permiten obtener nuevos conocimientos, experiencias y competencias que nos generan procesos de análisis, reflexión y adquisición.
Gracias a aquellos quiénes le han dado y siguen dándole giros a como se vienen haciendo las cosas desde hace un tiempo, quiénes dejan su temor en un lado. Al fin y al cabo, estudiantes o profesionales, tenemos un único objetivo: ofrecer nuestros servicios a la sociedad y que los cuidados sean una necesidad sentida y reconocida a nivel político-social.
Así entonces, los estudiantes, os damos un millón de gracias a los que valoráis nuestro acceso a puntos de encuentro profesional. Un millón de gracias a los que nos dejáis participar y compartir con vosotros ese espacio de intercambios de conocimiento e información. Un millón de gracias a los que tenéis en cuenta nuestra disposición a recoger todas aquellas herramientas útiles para su posterior aplicación en la profesión. Simplemente, un millón de gracias a los que nos ayudáis a romper los muros que no nos dejan ver más allá…